LA HISTORIA
DE LA COLONIA SAN JAVIER
Un pueblo con historia
A 100 años de la llegada a Uruguay de cientos de rusos a la Colonia San Javier, el antropólogo L. Nicolás Guigou, quien estudió a sus pobladores, dialogó con Montevideo Portal sobre el surgimiento del pueblo, su particular religión y los hechos que la llevaron a ser catalogada como “pueblo comunista” por la dictadura.
En conversación con Montevideo Portal, el antropólogo Nicolás
Guigou, autor de "Religión y producción del Otro: mitologías, memorias y
narrativas en la construcción identitaria de las corrientes inmigratorias rusas
en Uruguay", el documental "Pan y Sal" y varios otros artículos
en los que describe el presente y el pasado de la colonia, recordó algunos de
los episodios que marcaron el surgimiento de esta comunidad de rusos y
derivaron en su persecución por la última dictadura uruguaya.
Guigou recordó que los primeros rusos que llegaron a San Javier
desembarcaron en tierras uruguayas en 1913, tras haber considerado otras
alternativas, como Canadá o Estados Unidos, para huir del régimen zarista que
los perseguía.
En efecto, el grupo de rusos que pobló San Javier pertenecía a
la "Comunidad Nueva Israel", una corriente religiosa que se había
escindido de la Iglesia Ortodoxa Rusa a mediados del XVIII y que profesaba,
según Guigou, "una suerte de comunismo espiritual en el que no tenía que
haber propiedad privada y todo era de todos, con una visión utópica propia de
esa época".
Una religión que, al igual que otros movimientos religiosos que
surgían en aquel Imperio Zarista, tenía en la Iglesia Ortodoxa Rusia su
principal enemigo y, asociado a ésta, al propio Zar.
Decididos a venir a Uruguay, el gobierno uruguayo llega incluso
a enviar una delegación a Rusia para coordinar su llegada. Según Guigou, la
diligencia uruguaya se debió a que "la preocupación del Uruguay de esa
época era atraer inmigrantes con determinadas características". En ese
sentido, señala que un informe oficial de aquel momento catalogaba a los
futuros pobladores de San Javier como "de buena raza" por ser
"blancos y trabajadores".
Entre las familias que llegaron a fundar San Javier se
encontraba Basilio Lubkov, líder religioso de la comunidad y uno de los que,
apenas culminada la Revolución Rusa, decide retornar a la incipiente Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con la esperanza de que la derrota de
"sus dos archienemigos: el Zar y la Iglesia" les asegurara un mejor
futuro.
Sin embargo, el grupo integrado por Lubkov y sus
"apostoles" - principales referentes religiosos del pueblo - termina
perjudicado por el fin de la "Nueva Política Económica" de Lenin y la
radicalización de Stalin, que colectivizó las maquinarias y tierras que los
rusos de San Javier, que habían logrado una relativa prosperidad en Uruguay,
tenían en su país.
La investigación de Guigou recogió como, antes de irse, Lubkov
encabezaba una especie de "comunismo primitivo" con el que los
habitantes de San Javier distribuían la producción. "Ellos dividían cada
chacra entre cinco familias, allí producían y llevaban todo a una cooperativa,
de donde retiraban las cosas", explicó el antropólogo, señalando que se
trataba de "una especie de anarquismo ideal que, como todo lo idea,
terminó mal".
En ese sentido, continuó repasando como "había una
burocracia que en realidad se beneficiaba con la venta de productos".
Según Guigou, "Lubkov era uno los que se beneficiaba de esta venta y
además recibía préstamos de bancos nacionales".
La partida del líder a la URSS no mejoró las cosas, ya que su
sucesor, Andrés Poiarkov, decidió "hipotecar San Javier" para
conseguir dinero rápidamente. "Como la mayoría de la gente ni siquiera
sabía hablar español les hace firmar papeles", dijo Guigou, añadiendo que
"es así que un día llegan del Banco Hipotecario, los juntan a todos, y les
dicen que San Javier está hipotecado". El incidente obligó a los
habitantes del pueblo a "trabajar años para levantar la hipoteca", no
sin perder de todas formas algunas tierras.
Sin embargo, la década del 50 marcaría para San Javier una época
de notoria prosperidad. Al respecto, el antropólogo señaló que en aquel momento
"el puerto funcionaba y el Río Uruguay era un gran complejo
agroexportador". En ese marco, los habitantes de San Javier "fueron
los que trajeron el girasol y los primeros en hacer aceita de girasol".
La imagen de "pueblo comunista"
La prosperidad de los 50 terminaría con la crisis del 60, época
en la que se haría más visible el lazo cultural que única al pueblo con la
Unión Soviética. "En ese momento la URSS no estaba tan mal y empieza a
haber emigración desde San Javier por motivos económicos", señala Guigou,
mencionando que los rusos de Uruguay "siempre aprovecharon ese
vínculo".
La estrecha relación entre la URSS y San Javier sería advertida
por Benito Nardone en su libro "Peligro rojo en América Latina". Sin
embargo, para Guigou el dirigente nacionalista interpretó mal la presencia del
Partido Comunista del Uruguay en el pueblo. "El PCU en San Javier siempre
fue un partido chico pero en el Interior prácticamente no existía. En realidad
el Partido recaban muy pocos votos en San Javier y la filiación de algunos de
sus habitantes, sólo algunos, al PCU tenía más que ver con los vínculos
familiares".
Las primeras detenciones en San Javier se dieron durante la
dictadura de Gabriel Terra. Incluso, en la década del 30 una dirigente comunista,
cuya tumba hoy luce una oz y un martillo.
"La construcción de la imagen de pueblo comunista se va
haciendo gradualmente", asegura Guigou, indicando que "por ejemplo,
antes de la dictadura, el diario El País decía que San Javier estaba ‘invadido
de propaganda comunista' y contaba la cantidad de materiales que llegaban de la
URSS". Al respecto, el antropólogo explicó que "como todos sabían
ruso, y como parte de la propaganda del sistema soviético, todos recibían
discos y revistas de deporte, de moda o de lo que sea. En realidad no era
propaganda comunista en el sentido del comunismo uruguayo, era propaganda de su
patria y hay que entenderlo desde ese lado".
Los años más difíciles para San Javier llegarían a partir de
1980, cuando la dictadura comenzó a apuntar contra el vínculo entre el pueblo y
la Unión Soviética. Para Guigou, "en 1980 la dictadura trata de
legitimarse a través de un plebiscito, pero ya no podía argumentarse que el
país estaba en riesgo de caer en manos del comunismo, porque la guerrilla había
sido derrotada y los sindicatos prohibidos". En ese contexto,
"inventan que hay un brazo armado del Partido Comunista operando en San
Javier, que hay submarinos soviéticos que aparecen por el Río Uruguay y que hay
gente que está siendo entrenada y que se comunica con el Kremlin".