Las inscripciones racistas,
anti-semitas y discriminatorias en términos de género, clase,
creencias y un largo etcétera no son para nada inocentes por más
que la mayoría de ellas posean una carácter inconsciente. Las
actitudes discriminatorias en la vida cotidiana, son un efecto de
superficie de ese carácter de inscripción inconsciente. Más allá
del habitus, son inscripciones que pueden pasarse de generación a
generación sin decir una palabra (e inclusive hablando en contra de
la discriminación), en la medida que conforman suturas colectivas
inconscientes, perdurables, y como toda estructura, pasibles de ser
descontituidas solamente por el acontecimiento en su profundidad.
Queda a la antropología colaborar a gestar ese arte del
acontecimiento.