Video de la presentación de libros sobre la socio-espacialidad.

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martes, 8 de julio de 2014

Una estética okupa. Texto para la exposición Trashumancia de Boris Romero, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay, 2014.

Una estética okupa. Texto para la exposición Trashumancia de Boris Romero, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay, 11 de julio de 2014.



Una estética okupa.


Un extraño volumen aproxima, expande y atraviesa espacios museísticos canónicos, obras invaluables, artistas reconocidos, restos en fin, del naufragio de las grandes apuestas estéticas occidentales. El volumen es pues insidioso y molesto: una escultura (¿pero habría que llamarla así?) inquietante que cambia de escala, de lugar, de luz, de densidad, frente a tanta y tanta parafernalia artística legitimada, codificada y en eterna escena. 

Boris M. Romero  -o tal vez deberíamos decir sus trabajos, sus procesos- no piden permiso. Ingresan, oc(k)upan, penetran  y se agigantan al lado, dentro, o en un afuera en extremo cercano a los momentos de la engreída performance de las instituciones que dicen se dedican al arte. Si acaso para Jorge Idel explotar el Museo del Louvre continúa siendo la condición fundamental para destrabar el arte de sí mismo, para Romero  alcanza con establecer una estrategia más pacífica aunque probablemente más radical: exponer sin autorización,  huir de la aprobación de los tribunales supuestamente competentes, escapar de los certificados de los jueces del arte, sortear el pase de los cancerberos de los Museos de la Eterna Gloria Artística.

Mientras que la alicaída filosofía vernácula – discurso parasitario y anodino del quehacer artístico- sigue preguntándose acerca de la legitimidad del arte, su universalidad, las bases que lo sostienen (?), Boris M. Romero mediante su estética okupa por suerte no nos depara ninguna (e inútil) respuesta filosófica: hace, produce, gesta un lugar que no requiere de legitimidad ni legalidad ninguna. Es en el momento que  hace. Una inscripción intermitente que no discute ni promueve un parloteo filosófico de ciegos, sino que trae – o atrae- una nueva gestualidad que no admite ni la solicitud de permisos, ni las autorizaciones preclaras. 

Solamente discontinuidades en el estar y el no estar al mismo tiempo. O bien otro tiempo – promovido como siempre, por una manera otra de generar espacios- en el cual ya no se sostiene ni el canon artístico de Occidente, ni tampoco sus vigilantes.

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:
Prof. Tit. Dr. L. Nicolás Guigou, Dpto. de Ciencias Humanas y Sociales, FIC,  UDELAR  
Director del Dpto. de Antropología Social, FHCE, UDELAR.