Video de la presentación de libros sobre la socio-espacialidad.

sábado, 9 de octubre de 2010

PONENCIA PRESENTADA EN EL COLOQUIO: FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900):
A PROPOSITO DE LOS FRAGMENTOS POSTUMOS.

1 Y 2 DE OCTUBRE DE 2010.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Salón: Ibáñez

Organizan: Dpto. de Historia y Filosofía de la Educación, Instituto de Educación, Dpto. de Filosofía Teórica, Instituto de Filosofía. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación - Universidad de la República. Apoya: Inspección de Filosofía – Consejo de Educación Secundaria-. Colabora: Grupo Clinamen de Estudiantes de Filosofía.



TITULO DE LA PONENCIA
El Nietzsche de Gilles Deleuze: comunicación, antropología y memoria en las matrices comunicacionales contemporáneas.

-Prof. Agr. Dr. L. Nicolás Guigou
Universidad de la República, Uruguay. Sistema Nacional de Investigadores (SNI), ANII, Uruguay.


I. Un Nietzsche.


Gilles Deleuze se propuso el reto de exorcizar a Nietzsche bajo un estilo particular. Así, desde la corporeidad deleuziana, la voluntad de poder escapa de las intentonas de entenderla en su superficie, esto es, como mera pulsión humana de dominación.
La voluntad de poder nietzscheana es la negación – diría la irrupción de una nueva voluntad, de la voluntad como acontecimiento- frente a nuestros actuales burócratas del pensamiento, nuestros politicastros, nuestros intelectuales de provincia. Allí no hay voluntad ninguna, sino una mera reiteración de Lo Mismo expresada en parloteos que se pierden en los recorridos de la política realmente existente.
Pero, como decía Deleuze, cuando la Gran Política emerge, se tensa la piel, y esa rostrocidad (agujero negro- pared blanca) deja espacio a las multiplicidades de rostros. Y como repite Deleuze y susurra Spinoza “nadie sabe lo que puede un cuerpo”, entonces las traslúcidas manos del judío – como lo escribe Borges apenas asistiendo a los varios Spinozas en los laberintos del gueto- amablemente se adelantan a esa negación del poder que cristaliza (y sigue) con Nietzsche y a través de Nietzsche.
Y allí se escucha la voz del pensamiento.
Esta poesía se inscribe a una voluntad de poder que por todos lados se quiere inversa a la existente.
En nuestro actual horizonte de subjetividad, el pensamiento parece estar afuera del acontecimiento, ensimismado, preocupado más por el espectáculo o sojuzgado en los juegos de poder. El eterno retorno, como señala Gilles Deleuze, trata de ser obliterado, y sin embargo llega con más ahínco en tanto voluntad de poder. Adviene como voluntad de poder: “Y cuando Nietzsche presenta el eterno retorno como la expresión inmediata de la voluntad de poder, esta voluntad de poder no significa en absoluto “querer el poder”, sino, por el contrario, sea lo que fuere lo querido, llevarlo a la enésima potencia, es decir, extraer de ello la forma superior, gracias a la operación selectiva del pensamiento en el eterno retorno, gracias a la singularidad de la repetición en el eterno retorno mismo” (Deleuze, 1968).

II. Memoria, comunicación, antropología.

En esta dimensión de la diferencia que es construida mediante la repetición, se ubica uno de los vínculos que aúnan la comunicación, la antropología y la memoria gestando la posibilidad de transmisión. Allí, en esos hilos de la memoria, para parafrasear a Hervieu-Léger, nos encontramos con unas memorias que se desvían de algunos sociologismos para ir hacia los lugares de la memoria, esa topografía que Maurice Halbwachs dibuja y que logra su poética en Bachelard y Gilbert Durand.
El eterno retorno en tanto productor de diferencia, nos recuerda aquellos narradores viajantes que volvían a encantar al mundo a través de la torpe captura del tiempo humanizado en su propia narración. Aquella configuración clásica de las noticias llegadas desde la lejanía, que otrora eran habitadas por narrativas temporales, encantadas, y legitimadas por autoridades de diferente índole (viajeros, misioneros, antropólogos), y hoy, siendo tan imprecisas como ayer, requieren más de plausibilidad que de aquellos puentes semánticos que nos unían a tiempos u otras geografías desde un lugar imaginario. Desde esta mirada, la información sería benjaminianamente “…irreconciliable con la narración. Una escasez en que ha caído el arte de narrar se explica por el papel decisivo jugado por la difusión de la información” (Benjamin, 1991).
Así, en la Sociedad de la Información, las narrativas son secularizadas quedando la información lineal como mera rémora de las mismas. Es por ello que las dudas de Más allá del bien y del mal son una verdadera interpelación a la Sociedad de la Información, o como la quería Deleuze, a la sociedad de control.
En palabras del propio Nietzsche:
“¿Son esos filósofos venideros, nuevos amigos de la verdad? Es bastante probable: pues todos los filósofos han amado hasta ahora sus verdades. Mas con toda seguridad no serán dogmáticos. A su orgullo, también a su gusto, tiene que repugnarles el que su verdad deba seguir siendo una verdad para cualquiera [...] Hay que apartar de nosotros el mal gusto de querer coincidir con muchos. “Bueno” no es ya bueno cuando el vecino toma esa palabra en su boca. ¡Y cómo podría existir un “bien común”! [...] En última instancia las cosas tienen que ser tal como son y tal como han sido siempre; las grandes cosas están reservadas para los grandes, los abismos para los profundos, las delicadezas y estremecimientos, para los sutiles, y, en general y brevemente, todo lo raro para los raros”.

III. El vacío del eterno retorno.

La vuelta a una sociedad de la comunicación – en todos sus términos opuesta a una sociedad de la información-, no llama precisamente a las multitudes, sino a una heroica soledad desde la cual la comunicación se hace posible. De allí el extrañamiento, el devenir y la espera nietzscheana. En un mundo humanizado en demasía, marcado por significaciones precisamente humanas que juran generar sentido por doquier, se instalan permanentemente sin-sentidos, límites al espacio de ese mundo tan humanamente significado. El vacío resulta entonces carencia, movimiento y deseo de completud. Pero hay un reclamo del propio vacío que exige otros recorridos.
Desde su pura virtualidad, el vacío no es carencia sino espacio de mundos virtuales, mundos posibles.

Las derivas de este perspectivismo – siempre nietzscheano- pueden remitir a las reflexiones sobre la virtualidad de Gilles Deleuze, campo éste de posibilidades nunca agotadas en su mera actualización. Por el contrario: la virtualidad circula en esta última. Aquí el vacío, los mundos virtuales, no se oponen a lo real ni a lo actual
Esa virtualidad –mundos del vacío- transita como un campo de posibilidades, de conexiones y desconexiones múltiples bajo el signo de una suerte de agonística de lo real. En esta agonística (y sendo ejercicio de retro-visión mediante) la cosmología deleuziana se mezcla con el (los) pliegue (s) de otras tantas cosmologías religiosas.
Se advierte este eco deleuziano en la retro-visión de la poética cosmológica egipcia, la cual evoca al Noun en tanto espacio de pura virtualidad de lo increado y de un vacío poblado ya de los universos por venir.
El Noun -caos primordial de lo increado- ya está poblado de devenires y él mismo deviene.
Es un vacío atravesado por el devenir del habitar. En la cábala esta figura será el Ain-Sof, que en su atemporalidad, da cuenta de la multiplicidad de tiempos, y renuncia a nuestro pasaje lineal por el mismo, desarticulando la tríada pasado-presente-futuro. Queda de esta forma un vacío que debe ser llenado, aunque bajo nuevos estilos de recepción.
Desde los lugares de evocación citados, el vacío enuncia su trayecto de la singularidad hacia la multiplicidad, o tal vez, salta por encima de todas estas estrategias del pensamiento, en ese eterno retorno que replica en una peculiar voluntad de poder, quedando nosotros apenas balbuceando con nuestros gestos y palabras sobre ese iridiscente espacio de a-significación.

Bibliografía.
Benjamin, Walter. El narrador. Madrid: Taurus, 1991.
Deleuze, Gilles. Différence et répétition. Paris: Presses Universitaires de France, 1968.
Guigou, L. Nicolás. Comunicación, antropología y memoria: los estilos de creencia en la Alta Modernidad. Montevideo: CSIC-LICCOM- NORDAN, 2009.
Guigou, L. Nicolás. El pensamiento domesticado: Gilles Deleuze y la antropología.
Nietzsche, Federico. Más allá del bien y del mal, intr., tr. y notas A. Sánchez Pascual: Madrid: Alianza, 1972.