...Pero tratemos de equilibrar la balanza: ya
admitida que las cronologías y nuestra manera de
adentrarnos en la historia, es, precisamente
nuestra, ya antropológicamente relativizado– e
historizado- el propio conocimiento historiográfico,
un conjunto de saberes que entrecruzan
disciplinas varias, remiten a modalidades de
dialogar con nuestras tradiciones, nuestras
temporalidades y nuestros mitos desde otros
lugares.
Estas singularidades culturales, que organizan
las temporalidades e historicidades de diferente
manera, producen lugares.
Lugares que no llaman necesariamente ni a los
espectros de la “verdad histórica” – un
absolutismo disciplinario siempre en ciernes- ni al
caleidoscopio de las múltiples visiones y
perspectivas que se afincan en un relativismo
radical. Hay hilos, hilos de la memoria, que hacen
saltar ese recorrido lineal del tiempo intervenido
históricamente.