XIII Reunión de Antropología del MERCOSUR/
Llamado
para el envío de resúmenes.
Territorios,
fronteras y comunicación: flujos, conexiones , desconexiones y
creencias en las antropologías de la contemporaneidad.
Dr. L. Nicolás Guigou (NAC/Dpto de Ciencias Humanas y Sociales/IC/FIC, UDELAR), Dr. Renato Athias (NEPE/UFPE), Dr. Jose Exequiel Basini Rodriguez (PPGAS/UFAM)
El Grupo de Trabajo ser propone profundizar y debatir sobre las diferentes conceptualizaciones que se vienen gestando desde la antropología social , las ciencias sociales y la comunicación sobre las prácticas territoriales, las ideas de frontera y de territorio, la noción de espacio público, privado, real y virtual. La necesaria complejización de la trama conceptual que anida en estos ítems espacio-temporales, se deriva de las transformaciones radicales generadas por los flujos comunicaciones en la contemporaneidad, obligando a cuestionar no únicamente las diversas caracterizaciones de los territorios y fronteras afectados por los mismos, sino también los términos, movimientos, sujetos u objetos que dichos flujos comunicacionales involucran.
Se pretende sobrepasar las construcciones teóricas sobre territorio y frontera en su mero devenir simbólico, político y físico, así como cuestionar las visiones sobre espacio público, privado, real y virtual, que atienden únicamente a su modelización política, simbólica, material y comunicacional.
Dr. L. Nicolás Guigou (NAC/Dpto de Ciencias Humanas y Sociales/IC/FIC, UDELAR), Dr. Renato Athias (NEPE/UFPE), Dr. Jose Exequiel Basini Rodriguez (PPGAS/UFAM)
El Grupo de Trabajo ser propone profundizar y debatir sobre las diferentes conceptualizaciones que se vienen gestando desde la antropología social , las ciencias sociales y la comunicación sobre las prácticas territoriales, las ideas de frontera y de territorio, la noción de espacio público, privado, real y virtual. La necesaria complejización de la trama conceptual que anida en estos ítems espacio-temporales, se deriva de las transformaciones radicales generadas por los flujos comunicaciones en la contemporaneidad, obligando a cuestionar no únicamente las diversas caracterizaciones de los territorios y fronteras afectados por los mismos, sino también los términos, movimientos, sujetos u objetos que dichos flujos comunicacionales involucran.
Se pretende sobrepasar las construcciones teóricas sobre territorio y frontera en su mero devenir simbólico, político y físico, así como cuestionar las visiones sobre espacio público, privado, real y virtual, que atienden únicamente a su modelización política, simbólica, material y comunicacional.
https://www.ram2019.sinteseeventos.com.br/trabalho/view?ID_TRABALHO=234
......
Reglas para el envío de resúmens al Grupo de Trabajo:
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– Título propuesto: hasta 200 carácteres
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El
resúmen deberá ser encabezado con los siguientes datos:
– XIII Reunión de Antropología del Mercosur
– 22 a 25 de julio de 2019, Porto Alegre (RS)
– XIII Reunión de Antropología del Mercosur
– 22 a 25 de julio de 2019, Porto Alegre (RS)
Los
resúmenes deberán ser enviados por la página web de la XIII
Reunión de Antropología del MERCOSUR:
con
copia a:
gterritoriospublicofronteras@gmail.com
ETNOGRAFÍAS DE FRONTERAS/ Serie Interficciones/ https://www.youtube.com/watch?v=WpbySdEYXoM
Acerca de fronteras, nomiNaciones y efectos teóricos.
En: Fronteras, diálogos e
intervención social en el contexto
panamazónico.
Rodriguez,
José Exequiel Basini; Rufino, Márcia Regina Calderipe Farias; Rufino, Dilton
Mota; Santos, Daniel Tavares dos Fronteiras, Diálogos e Intervencáo Social no
Contexto Pan- Amazónico/ José Exequiel Basini Rodriguez, Márcia Regina
Calderipe Farias Rufino, Dilton Mota Rufino e Daniel Tavares dos Santos -
organizadores -- Manaus: Editora da Universidade Federal do Amazonas, 2012. ISBN:
978-85-7401-659-7 1.
http://www.academia.edu/3283481/Acerca_de_fronteras_nomiNaciones_y_efectos_te%C3%B3ricos
Acerca de fronteras,
nominaciones y efectos teóricos
L Nicolás Guigou
La frontera
consumada.
Estar cerca de la
frontera (atravesarla antropológicamente) implica también considerar un centro,
un núcleo de significaciones sociales cuya trama en continuo despliegue
mostraría la unificación simbólica del espacio sacralizado del Estado-nación.
Este artículo
intenta (más que caer en cierta gestualidad secularizante afirmada en el
desvelamiento de los procesos y configuraciones que hacen a la sacralización
espaciada de los Estados nacionales) indagar con más ahínco los efectos
teóricos que atrae esa trama de significaciones expresadas en la dicotomía
metafísica del centro-periferia.
De este modo, pensar
sobre la frontera deviene, también, en un pensamiento fronterizo, nomádico, que
trata de situar en otro lugar la propia temática de la frontera: salir,
entonces, del pensamiento de Estado(1) incorporado que no hace más que repetir
las consignas
del binarismo simbólico,
generando mediante esta operativa una distancia entre una cierta frontera —
límite de la periferia — y un centro, sobrecargado este último, de
representaciones emblemáticas del Estado-nación en cuestión.
Figuras agonísticas.
Bajo esas figuras
con tanta espacialidad de centro-periferia, encontramos la reproducción
implícita de la interiorización de los mitos del Estado-nación, del pensamiento
de Estado, que continúa también en otras figuras sucedáneas de las anteriores.
Se trata de la
dinámica de la dispersión y de la mezcla. Una suerte de doble movimiento que
trata de establecer un mapa teórico por el cual se propone un centro capaz de
albergar las significaciones sociales “más puras” del Estado-nación. En
consonancia con este centro, una periferia siempre emergente, en la cual esas
significaciones sociales van perdiendo su eficacia simbólica, a medida que
se abandona progresivamente el centro.
La frontera, desde
este lugar del pensamiento, evoca dos dimensiones relacionadas: la primera
tendría su enclave en la dispersión de las significaciones sociales más
valiosas (y emblemáticas) propias al Estado-nación. Y la segunda, en la mezcla
propiamente dicha.
Al pensar la
frontera desde este doble vínculo centro-periferia, la frontera sería el
espacio de la ausencia de significaciones sociales que marcan y demarcan al
Estado-nación.
Es importante
retener por un momento este doble movimiento de la dispersión y mezcla,
porque se generan mutuamente a través de una situación liminar, ya que en el
límite, la dispersión deviene ausencia.
En el espacio
sagrado del Estado-nación, la frontera, en tanto límite de esa sacralidad,
terminaría convocando otro mundo profano, cristalizado en una ausencia por
déficit simbólico. Y dado que la frontera es la última línea de la periferia,
se trata entonces de la
dispersión del
centro. Dispersión que anuncia su progresivo límite, hasta llegar a ese Otro
profano que es la frontera, y cuyo cierre es la ausencia de significaciones
sociales “puramente propias”, habilitando de este modo la mezcla. En un borde
donde el aura estatal disminuye, la posibilidad de mezclar diversos códigos
aumenta exponencialmente. Porque si la frontera es el Otro profano marcado
por la ausencia, también constituye a la misma el Otro extranjero. No en vano
la cercanía del Otro profano y el Otro extranjero. El Otro extranjero es
particularmente contaminante porque la frontera ahonda en la ausencia. La
frontera, justamente en esa ausencia, permite la contaminación. Ahora bien, a
la dispersión condenada a la finitud y a la ausencia, y habilitadora por ende
de la mezcla, se le agrega la redefinición de las significaciones sociales de
uno y otro Estado-nación. Ese “y” señala también una disyunción: la frontera —
para aquellos que quieran armar una ontología de las disyunciones — se
encuentra interpelada una y otra vez por la demarcación performática, la
remarcación de las significaciones sociales más emblemáticas de los Estados
nacionales involucrados.
Esa ausencia y esa
mezcla son una plenitud de paradojas que tratan de ser controladas — y sobre
todo conjuradas — mediante ejercicios vehementes de presencia. En su límite
fronterizo la sacralidad del Estado-nación, las representaciones que lo hacen
visible, se vuelven más fervorosas, y a la vez son más horadadas que nunca.
En ese sentido, toda
frontera es agonística.
El pensamiento
nomiNacional.
En otro lugar hemos
tratado de desarrollar lo que llamamos pensamiento nomiNacional (2).
Se trata de prácticas clasificatorias incorporadas, mitologías prácticas del Estado-nación. Un pensamiento de Estado que se nutre de las significaciones sociales sacralizadas específicas a tal o cual Estado-nación.
Se trata de prácticas clasificatorias incorporadas, mitologías prácticas del Estado-nación. Un pensamiento de Estado que se nutre de las significaciones sociales sacralizadas específicas a tal o cual Estado-nación.
Este último, en tanto productor de sujetos-ciudadanos, establece mediante
prácticas incorporadas institucionalizadas (e institucionalizantes) la
interiorización de dichas mitologías. Se trata de una instauración de tiempo
continuo. Sería baladí sostener una vez más que los mitos no se encuentran
habitados por significaciones sociales, sino que son los ordenadores (y
naturalizadores) de dichas significaciones. Por lo tanto, el pasaje de la
historia a la naturaleza que preocupaba hace unas décadas a Barthes (1988) y que
caracterizaba según este pensador al mito en tanto tal, se conformaría en tanto
proceso clasificatorio que ordena esas significaciones sociales.
La mismidad
imposible del Estado-nación está conformada por esa alquimia que trata de
diseñar una épica de la constitución del Estado-nación y la prefiguración
atemporal del mismo. Tiempo y atemporalidad constituyen la sacralidad — y el enclave
mitológico — de todo Estado-nación.
El pensamiento
nomiNacional, como cualquier otro pensamiento, es una práctica.
No se trata
únicamente de postular a las significaciones sociales en su ordenamiento
nomiNacional, sino de una práctica en las cual los significados sociales son
puestos en acción y sometidos a riesgos empíricos. Esto hace referencia a los
diversos fracasos, lagunas y experimentaciones a las que está sometido ese
pensamiento nomiNacional.
Al mismo tiempo,
descuidar los efectos simbólicos del mismo, nos llevaría a un camino cerrado.
Pero en el descuido no tendríamos más que llamar a nuestro propio olvido.
Este olvido en
general se expresa en las dificultades que tenemos de pensar más allá del
pensamiento nomiNacional para dinamitar las certezas
del centro-periferia, y todas las concatenaciones conceptuales que podemos
agregar a estas dos figuras sea bajo la dispersión y la mezcla, sea a través de
esos Otros inventados.
Uno de los efectos
más relevantes del pensamiento nomiNacional es sa nominalismo mágico expresado
en la incorporación clasificatoria (y mítica). Allí lo real y la
representación de lo real se solapan, y son confirmados — casi obsesivamente
— en las ritualísticas y en las performances de la andersoniana comunidad
imaginada (Anderson, 1997). Y sin embargo, esta comunidad está constantemente en riesgo, motivo
por el cual esa misma comunidad imaginada está en permanente trabajo sobre sí
misma, situación que tal vez interpele a las propias reflexiones de Anderson.
Una de las dificultades mayores para generar un pensamiento más allá del centro
y la periferia estriba en que nosotros somos portadores también de ese
pensamiento dicotómico. Pero, al salir de la dinámica del centro y la
periferia, al fugarse de los movimientos que involucra, varios mapas comienzan a
desplegarse. Ya no hay agonía ni ausencia, ni dispersión, ni mezcla. Y la
frontera como límite deja de ser una costumbre de la mirada para volver al
terruño más cercano y conocido, y mostrar todas sus alteraciones, su alteridad
radical, su arte profano (y profanador).
Nos damos cuenta así
que hemos seguido las costumbres del pensamiento por nosotros tan naturalmente
incorporado.
El afuera de la
frontera.
La nomiNación retoma
aportes derridianos y de la Diseminación de Hommi Bhabha (Bhabha,1994) y trata de
exponerlos en un terreno contiguo. La conjugación de lo real con lo visible,
los efectos prácticos de esa
conjugación obliteran la multiplicidad de las
fronteras que inquietan a ese centro-periferia imaginaria. ¿Qué quiere decir estar cerca de la frontera?
Que las fronteras son líneas de conexión y desconexión que elaboran ellas
mismas su territorialidad. Esto es, que las prác- ticas de las significaciones
sociales heredadas viven bajo estado de interpelación permanente.
Ahora bien, líneas
de conexión y desconexión, conjugan asimismo mundos posibles, mundos virtuales.
Ya no de una virtualidad que se agota en su mera actualización, sino de un
conjunto de posibilidades que ya habitan todas las formas de cosificación por
la cual se expresa una suerte de mundo real. Así, la territorialidad de la
frontera, en un sentido, se desvanece. Ya no trata de anudar mapa y territorio,
ni posee anhelos de ubicación geográfica, solamente. Un indagar antropológico
más allá del pensamiento nomiNacional se conjuga en un “aquí” de la frontera,
en la disyunción, en el "y”.
A la visibilidad diagnosticada
de las situaciones de fronteras se le deben sumar otras visibilidades que por
evanescentes, por remo- vedoras, indican: la fragilidad de la norma, la
normalidad y el control de aquello que con toda certeza relevamos como
identidad.
Las reflexiones
sobre la identidad, en tanto fondo virtual, — siguiendo aquí el aporte
levistraussiano — han sido poco exploradas porque se vinculan con la ausencia
de una “existencia real”.
Su existencia
tendría más que ver con un operativa clasificatoria que con un “real” de la
existencia. Explorar este citado fondo virtual nos lleva a los mundos de
posibilidades que hacen sacudir cualquier noción de identidad, alteridad,
centro-periferia, y por su- puesto, de la propia frontera.
Virtualmente, una
frontera.
Abandonando la
toponimia (y topología) obligada de la frontera, abandonando sus pretensiones
de espacio geográfico, regresamos a un pensamiento de frontera.
El estudio de esa o
aquella frontera sugiere que las fronteras son más que el último peldaño del
límite agonístico del Estado- nación. Las fronteras son movimientos de
significaciones sociales en los cuales se conjugan mundos de posibilidades,
mundos virtuales reelaborados constantemente por el pensamiento nomiNacional.
Es por ello que
puede anunciarse un “aquí” de la frontera, ya que por una parte tenemos todas
las modalidades simbólicas de gestación de una identidad, todas las
nominaciones — entre ellas la del nombre propio — que intentan asegurar una
unidad a la identidad. La identidad unitaria es, por cierto, una unidad
centralizada, un centro. Este centro que asegura una identidad por sujeto se
expande bajo la hegemonía del pensamiento nomiNacional garantizando también
una centralidad simbólica (y por lo tanto, diagnosticando la dispersión, la
ausencia y la mezcla) para el espacio sacralizado del Estado-nación.
Estas conexiones —
identidad centralizada de los sujetos, de los ciudadanos, de los Estados
nacionales —, se basan en la supuesta densidad de la centralidades
identitarias, sin considerar que la búsqueda de un centro de identidad es uno
de los tanto topos que componen el pensamiento de Estado, el pensamiento nomiNacional. Pero, como señalábamos, el pensamiento nomiNacional está constantemente en situación de riesgo, tanto como las centralidades identitarias.
Esto se relaciona con los efectos prácticos de la exposición de los
significados sociales heredados y compartidos, porque,si bien el pensamiento
nomiNacional trata de ser totalizador (tanto como lo es la simbología
totalizadora del Estado-nación), lo cierto es que el mismo está expuesto a
situaciones empíricas cuya incoherencia es permanente; pero al mismo tiempo
esta incoherencia es controlada bajo los efectos de variados dispositivos
discursivos / institucionales que continúan augurando la nomiNación.
Capturas y desvíos.
Si acaso los significados
sociales sometidos a la acción ya esbozan las limitaciones del pensamiento nomiNacional, por cierto
anuncian la emergencia de
los ya citados mundos virtuales, y de la frontera en tanto pura virtualidad.
Más allá de la
confianza que puedan deparar las clasificaciones más intimistas de la identidad
y la alteridad — las hoy teóricamente reificadas mismidades y otredades — lo
cierto es que la frontera, en tanto pura virtualidad, atraviesa esa mismidad y
otredad haciendo un ejercicio teórico descentralizado que releva lo fronterizo,
inquie- tando esas modalidades dicotómicas.
Explorar desde la
frontera consiste en advertir los mundos posibles, las virtualidades múltiples
presentes en toda situación apa- rentemente normal y conveniente.
Encontraremos,
entonces, las fronteras en dimensiones simbólicas, ritualísticas y
performáticas que parecen entrar de lleno en el núcleo identitario más singular
y firme. También habrá fronteras en la incoherencia y coherencia de códigos
culturales que ya no aceptan ingresar al terreno de las tipologías culturales y
linguísticas, a la clasificación exacerbada. Porque la frontera como línea de
investigación solamente puede describir estados — evanescentes y cambiantes — y
anunciar alguna tipología para traicionarla nuevamente.
Tipos, rasgos diacríticos, representaciones emblemáticas tienen más que ver con los efectos de realidad del pensamiento nomiNacional — determinante de lo visible y lo decible, de la lengua legítima disciplinaria — que con la multiplicidad de significaciones anidan en las supuestas firmes demarcaciones territoriales.
Pensemos en las
disciplinas, en las comunidades académicas nacionales, en las llamadas
comunidades imaginadas, en los territorios culturales, en los mapas y los
mojones que establecen los límites, en la frontera. Nuestra mirada podrá
descansar con cierta tranquilidad antropológica en los ejercicios identitarios
de totalización, en las esforzadas tentativas de separatividad, en la construcción de un centro y de una singularización que convenientemente se
anclará en una temporalidad (y una tradición). Y allí las fronteras, derramando
multiplicidades frente a tanta adusta seguridad de identidades, frente a los
emblemas definitorios. Esta antropología de la presencia que trata de congeniar
lo real con lo visible y lo decible coloca a las fronteras como un pliegue
irregular frente al paroxismo de las identidades demarcadas y ciertas.
Al otorgarle un
territorio a la frontera se evita profundizar en todas las irregularidades, en
las posibilidades soterradas habitantes de esos espacios de identidad
concluyente.
La frontera como
pura virtualidad emerge en esos espacios de cierre convocando multiplicidades
varias que requieren de una antropología de la disyunción, del estudio de
prácticas descentralizadas que desequilibran continuamente esos períodos de
una identidad expresada en tanto continuidad consigo misma.
El tiempo de la
frontera.
Es por ello que la temporalidad (cuando
pensamos en la frontera como espacio hermenéutico) resulta un enclave
importante no solamente para extraer la imagen de frontera de sus postulados
geográficos, sino para permitir que la misma sea
pensada desde una temporalidad discontinua.
El pensamiento nomiNacional trata de
anular el tiempo — esto es cronologizarlo, historizarlo, volverlo un relato
conveniente y plausible — mediante la elaboración de una totalización
continuada. Esto es, dado que la propia temporalidad está trabajada por
multiplicidades, establecer que la identidad continúa idéntica a sí misma a
través del tiempo, requiere hacer abstracción de todas las modificaciones que
la misma ha sufrido a través de éste, tal como lo indica Ricoeur (Ricoeur, 2000).
Estas modalidades de abolición de la
discontinuidad y de la producción de un estilo de temporalidad está signada por
la elabo- ración de un curso de la identidad fiel consigo misma a través del
tiempo.
A partir de allí se podrán gestar centros
y periferias, adentro y afuera, límites fronterizos, dispersión, ausencia,
mezcla. Trayectorias de sujetos que en sus posibilidades de mantenerse fieles
a su propia tradición identificatoria pueden transitar como sujetos históricos
sin mayor problema. Esto no ocurre únicamente cuando historizamos Estados
nacionales, fronteras o territorios culturales. Ocurre también cuando mediante
sendos giros etnocéntricos tratamos de construir una Historia del Arte, e
inclusive, una Historia de la Locura. En ambos casos estamos generando sujetos
como Arte o Locura, haciéndolos trasegar por una variedad de temporalidades
totalmente ajenas a dichas conceptualizaciones.
El efecto teórico de tamañas improntas
identitarias permiten coagular y hacer cristalizar prácticas dispersas que
desde nuestro lugar identificamos precisamente y encapsulamos bajo conceptos
históricos que quieren lucir en tanto transhistóricos.
Al recuperar entonces la temporalidad de
la frontera como parte de una estrategia hermenéutica, las discontinuidades
temporales identitarias pasan a conformar
lugares claves para gestar una antropología necesaria: una antropología del
pensamiento de frontera.
Notas.
(1). El pensamiento de Estado —
principalmente en la exposición llevada a cabo por Deleuze
y Guattari (1988),- puede ser indagado a
través de la noología. Dicha noología, al estudiar las imágenes del pensamiento
en su vertiente histórica, lo que está haciendo, por cierto, es abordar un
“pensamiento de Estado”: De este modo, “...el Estado según Deleuze y Guattari
proporciona al pensamiento “una interioridad” (una forma) en la cual el sujeto
sólo podrá pensar desde la centralidad del pensamiento-Estado, y usar esas
imágenes inclusive para refrendarlo en la oposición...” (GUIGOU, 2005, 2004, p. 74).
(2). Ver: Guigou, L. Nicolás. Sobre cartografías antropológicas y otros ensayos. Montevideo: Hermes Criollo, 2005 y Guigou, L. Nicolás. Cartografías antropológicas:
sobre clasificaciones, escrituras y
derechos humanos. Anuario de Antropología Social y Cultural. NORDAN, Montevideo, 2004 y Guigou, Comunidade Virtual de Antropología, SC, Brasil, 2003. http: / /www.antropologia. com.br/arti/colab/a24-nguigou.pdf.
derechos humanos. Anuario de Antropología Social y Cultural. NORDAN, Montevideo, 2004 y Guigou, Comunidade Virtual de Antropología, SC, Brasil, 2003. http: / /www.antropologia. com.br/arti/colab/a24-nguigou.pdf.
Referencias Bibliográficas.
Anderson, Benedict.
Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo.
México D. E: Fondo de Cultura Económica, 1997.
Barthes, Roland.
Mitologías. Mexico: S. XXI, 1988.
Bhabha, Homi. The location of culture. New York: London: Routledge, 1994. Dissemination: time, narrative and the
margind of the modern nation. In: Nation and narration. BhaBha, Homi (ed.). New
York: London: Routledge, 1990.
Deleuze, Gilles;
Guattari, F, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-textos,
1988
Guigou, L. Nicolás.
Sobre cartografías antropológicas y otros ensayos. Montevideo: Hermes Criollo,
2004a.
Guigou, L. Nicolás.. Cartografías
antropológicas: sobre clasificaciones, escritura y derechos humanos. ln:
Anuario de Antropología Social y Cultural. Monte- video: NORDAN, 2004b. Disponível em:
<http:/ /www.antropologia.com.br/arti/colab/a24-nguigou.pdf.> Acesso
em: 2003.
Lévi-Strauss, Claude. La identidad. Barcelona: Pretel, 1981. Ricoeur, Paul. La mémoire, l' histoire, l' obli. París:
Seuil, 2000.
EN LA FRONTERA CON DELEUZE
Podría ser en la frontera, mirando un espejo, o bien entrando a su clase mientras voces rizomáticas anuncian un agujero de antes del habla. Las voces se colorean, extrañas materialidades que se multiplican, se yuxtaponen en el momento que Alicia pasa ese espejo y ya no hay imágenes ni palabras sino un pensamiento iridiscente, del afuera.
Un pensamiento del entre, que crece como la hierba en la vereda mudando la tranquilidad del cuerpo, sus certezas de carne, la duplicación de la vista. Lo decible y lo visible dejan de ser pared-blanca-agujero-negro y se abren rompiendo y anunciando la alegría vital de la mano de Nietzsche el bailarín.
La sonrisa nietzscheana que disuelve las máscaras de los afectos tristes.
DELEUZE EN LA FRONTERA
L. Nicolás Guigou
Conferencia inaugural en la Sala Antel – frontera Uruguay/Brasil Org: Aldeanómade, julio de 2004.